La pena del telediario

Raras veces concedemos el beneficio de la duda. Hay que buscar culpables, y cuanto más rápido mejor, de todo cuanto ocurre


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La vida no es justa. Aunque haya gente que piense que focalizarse al máximo en algo te asegura su consecución, la realidad es un poco más compleja. Otra cosa es que si te esfuerzas, aumenta la probabilidad de alcanzar la meta. Pero no todo depende de lo que hagamos, desgraciadamente. Las condiciones de partida importan; y, además, a lo largo del camino van surgiendo imprevistos que debemos ir sorteando como buenamente podamos. Con todo, no siempre salimos indemnes.



Peter Sullivan sabe muy bien de lo que hablo. Este británico fue condenado por violación y asesinato en 1986, pero ahora un tribunal ha declarado errónea la condena tras comprobarse que su ADN no corresponde con el encontrado en el lugar del crimen. Los avances tecnológicos han permitido esclarecer los hechos, cerca de cuarenta años después. Cuánto puede hacerse en cuatro décadas.



En España, un caso mediático que todavía resuena en nuestras cabezas cuando hablamos de errores judiciales es el de Dolores Vázquez. Aunque su estancia entre rejas no fue tan prolongada como la de Sullivan (estuvo 17 meses privada de libertad), el escarnio público al que fue sometida le causó heridas que difícilmente podrá llegar a sanar.



A pesar de que las pruebas periciales descartaban su implicación en el suceso, fue condenada por un jurado popular a 15 años de prisión y a abonar una indemnización de 18 millones de pesetas por matar a la joven Rocío Wanninkhof, asesinato que poco después se demostró que no cometió. Recuperó la libertad física, pero dudo de que pueda deshacerse de las secuelas emocionales que, indudablemente, acarrea desde entonces.



La conocida como pena del telediario fue implacable con ella. Protagonizaba portadas, informativos de televisión, programas de sucesos... Y, de la noche a la mañana, se creó un clima de opinión contrario a ella que la convirtió en la mala de la película.



Raras veces concedemos el beneficio de la duda. Hay que buscar culpables, y cuanto más rápido mejor, de todo cuanto ocurre. Supongo que es una manera de descansar y pasar a otra pantalla, aunque sea a costa de la tranquilidad y la dignidad de los demás.



¿Quién les devuelve a Sullivan y Vázquez el tiempo perdido? ¿Quién restituye su honor? ¿Cómo se recompone uno después de semejante calvario? ¿Es posible pasar página y disfrutar de lo venidero? La vida no es justa, y a veces todos tenemos parte de responsabilidad en ello.


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