Fistro Candemor Gromenauer

Me imagino a señores y señoras en pueblos perdidos de la España vaciada instituyendo estos términos como quien decide el nombre de los medicamentos.


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A veces en Linkedin te puedes reír mucho más que viendo cualquier programa de humor. No es que la comedia esté de capa caída, ni mucho menos, pero es que me encanta detenerme a leer el nombre de los puestos que ocupan algunos de los usuarios de la plataforma. Trato de comprender cómo ha podido llegar tan lejos la moda de inventarse nombres de profesiones. No me extrañaría que incluso existan personas que se dediquen única y exclusivamente a ello. Me imagino a señores y señoras en pueblos perdidos de la España vaciada instituyendo estos términos como quien decide el nombre de los medicamentos. Sería magnífico.



Las premisas son claras: deben ser nombres en inglés, cuanto más largos mejor y, a ser posible, con acrónimos raros desconocidos incluso para los profesionales que se dedican al sector en cuestión. Con esta fórmula no fallas. Da igual que no sepas exactamente lo que significa ni que descartes trabajar para empresas que se muevan más allá de los límites territoriales de Cuenca, por poner un ejemplo. Si quieres aparentar prestigio y modernidad debes pasar por ahí. No hay alternativa. Digo yo que esto será consecuencia de lo difícil que está el mercado laboral, porque no quiero desconfiar y pensar que en algunos casos se trata simple y llanamente de esconder la verdadera naturaleza ‘vendehúmos’ de sus actividades.



Los tiempos cambian a la velocidad del rayo. Las necesidades de la sociedad son distintas a las de hace muy pocas décadas. En eso estoy de acuerdo. La tecnología ha abierto un mundo de posibilidades que requiere de perfiles profesionales nuevos. No en vano, muchos expertos ya han vaticinado que la mayoría de los actuales escolares se dedicarán a empleos que en la actualidad todavía no existen. Pero en buena parte de los casos de los que hablo se trata de oficios de toda la vida a los que se les quiere imprimir una pátina de glamour y brillo que dudo mucho que se palpe en el día a día. Se busca una imagen más cool para ocupaciones que, con sus matices, ya existían mucho antes de que nuestros mayores tuvieran la más mínima idea de lo que significa la palabra hello.



Entiendo que hay ocasiones, como cuando buscas trabajo, en las que no hay más remedio que adaptarse y hacer todo lo que esté en tu mano para acercarte al lugar en el que quieres estar. Sin embargo, no sé si es necesario llegar a ese punto. Aunque, pensándolo bien, si la gente lo hace es porque funciona.



Un día de estos edito mi perfil y pongo que soy FCG: Fistro Candemor Gromenauer (con experiencia relacionada en las labores propias del pecador de la pradera, por supuesto). Quizás así me iría mejor. Quién sabe.


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