Castigar o educar


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Estos días está de actualidad Twitter. A raíz de los recientes movimientos provocados por el Gobierno para detener los mensajes que inciten a la violencia y el odio, se ha abierto un intenso debate sobre qué es lo que dentro de las redes sociales debe considerarse delito. Y la verdad es que hay disparidad de opiniones al respecto.



Más allá de explicar si debería ponerse en marcha una legislación específica para este tipo de infracciones, que no creo que sea necesario, este tema debería hacernos reflexionar sobre lo que lleva a la gente a utilizar las redes para destruir, cuando si algo pueden hacer las plataformas sociales por nosotros es precisamente construir.



Entre tanta crítica al pajarito azul, se hace imprescindible recordar que él nos facilita estar conectados con el mundo e informados sobre lo que pasa y muchos desean ocultar, lo que nos permite el intercambio de opiniones que nos enriquecen intelectualmente. Pero no solo eso. Las redes sociales son un gran aliado para las empresas y profesionales, pues les permiten conocer a sus clientes, o potenciales clientes, y promocionar sus productos o servicios.



Probablemente ahora, ya acostumbrados a la rutina de utilizarlas, no reparemos en estas virtudes, pero es de vital importancia hacerlo. Y mientras se define claramente el marco jurídico a través del cual juzgar a los que empañen las ventajas de las redes sociales, hay que reclamar a las instituciones pertinentes el desarrollo de campañas de concienciación del mismo calado que las que buscan prevenir accidentes de tráfico o el consumo de drogas. Todo no puede ser castigar. Primero hay que educar.



 


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