Carta a los Reyes Magos

Los meses de invierno son duros y se van sucediendo lentos sin que el sol haga mucho acto de presencia para templar corazones heridos... Y ropa mojada.


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La vida está llena de descubrimientos. Jamás pensé que llegaría a sentir un placer tan grande por tocar la ropa completamente seca tras lavarla. No, no estoy hablando de ningún fetiche sexual. Es simplemente el alivio que percibe uno tras una ardua batalla contra el frío y, especialmente, la humedad.



Los meses de invierno son duros y se van sucediendo lentos sin que el sol haga mucho acto de presencia para templar corazones heridos... Y ropa mojada. Poco bucólico, tal vez, pero tan realista... Me consuela pensar que no estoy solo en medio de esta desazón doméstica.



Mi camino en estas lides es un viacrucis interminable entre el balcón, la terraza y el salón, donde ni el aire acondicionado es capaz de sustituir el caloret del astro rey, estos días disfrutando de un probablemente inmerecido ERTE.



Mientras tanto, solo tengo palabras de agradecimiento para la persona que inventó la secadora; y también para las que, amablemente, ceden la suya para calmar la ansiedad de este angustioso sufrimiento invernal.



Aunque estoy hasta la coronilla por este tema y mi paciencia a veces se tambalee, al 2025 solo le pido que todos mis desvelos sean por causas como esta. Demasiadas tragedias hay en el mundo para preocuparnos por tonterías. Así que este año me conformo con tener salud y trabajo, para mí y para todos. Nada más. El resto llegará, por añadidura.


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