284.100 millones de dólares

Controlar el debate mediático a nivel global debe ser muy rentable.


img

¿Cómo puede tener una persona más de 284.100 millones de dólares? ¡284.100 millones de dólares! ¿Es eso posible? ¿Se puede contar esa cantidad? ¿Puede ganarse tanto dinero trabajando? ¿Y de manera lícita? ¿Hace falta tanto para vivir? ¿Cuánta ambición tiene una persona que no se conforma con este patrimonio y continúa esforzándose para maximizar todavía más cada una de sus inversiones? ¿A costa de qué?



Por lo visto, el magnate estadounidense Elon Musk los tiene, los millones y la ambición. Y no se conforma. Recientemente, los propietarios de Twitter anunciaban que le vendían la red social del pajarito por alrededor de 44.000 millones de dólares, aunque la operación está ahora paralizada porque el magnate quiere saber qué porcentaje representan las cuentas falsas. ¡44.000 millones de dólares! Controlar el debate mediático a nivel global debe ser muy rentable. Cuesta teclear estos números uno detrás de otro sin marearse pero, sobre todo, sin cuestionarse si es justo que la riqueza esté tan mal distribuida.



Quizás mis reservas estén planteadas desde un punto de vista muy inocente, iluso y naíf. Es posible. No me escondo. No pretendo compartir ninguna disertación sobre ciencia o teoría económica, entre otros motivos porque no domino la materia. Mi reflexión es simple, clara y sencilla: ¿De qué sirve tener tanto dinero acumulado que no vas a poder llevarte al otro mundo cuando hay tanta gente muriendo de hambre en este?



El presupuesto anual de decenas de países está por debajo de la riqueza del dueño de Tesla y de otros empresarios como Jeff Bezos o Mark Zuckerberg. Y, reconozcámoslo, esas fortunas las han conseguido porque nosotros, atraídos por los precios, el prestigio y las modas (vale, la inmensa mayoría no comprando coches eléctricos), hemos entrado en el juego, a pesar de los efectos colaterales. Esa es la realidad. Hemos sido cómplices de los ascensos de todas esas plataformas sociales aparentemente gratuitas para el usuario. Pero nada es gratis, ya lo sabemos.  Les hemos cedido nuestros datos, que son mucho más valiosos que una cuota de 5 euros al mes, por decir algo. Así que de aquellos barros vienen estos lodos.



Admito que todo esto me genera dudas morales. Qué difícil es convivir con esa incoherencia: el deseo de querer aprovecharse de las ventajas de ese supuesto progreso, pero rechazar que por el camino siempre haya gente que se quede al margen de los avances. ¿Existe la fórmula para compatibilizar ambas cosas? ¿Hay forma de cambiar esta dinámica? Preguntas, preguntas y más preguntas. Las compartiré en Twitter.


Twitter Elon Muskriquezapobrezaredes socialesMark ZuckerbergJeff Bezossocial mediadineroeconomía